Por Arnaud Charpentier.
"El Arte es capaz de cambiar las mentalidades.
El Arte es a la sociedad lo que la clorofila es a la naturaleza."
Decidir no encerrar la cultura en los teatros y los museos, es reafirmar que nos pertenece a todos, que está viva, en movimiento. No basta con decirlo, hay que demostrarlo. ¿Con qué teatro sueño? Con un teatro que se dirige tanto a la gente culta como a los públicos vírgenes de toda experiencia teatral, o a los supuestos “vacunados” del teatro, quienes han tenido una experiencia tan desafortunada que decidieron, tal vez con razón, no meter un pie en un teatro mientras vivan; a los jóvenes, los ancianos, a las clases desfavorecidas y a los más favorecidos también (no nos equivoquemos: las clases altas no asisten más a los teatros). Un teatro que se inserte en nuestras vidas, que “agite” el pensamiento, que ponga en duda las certidumbres, un teatro que irrite, desestabilice, sorprenda. Esto mismo que el teatro instalado, perdón por llamarlo así, olvida la mayoría de las veces. El teatro de calle es una forma que se escribe en el presente, en una sociedad y un contexto particular, es un teatro que responde a lo cotidiano, a la actualidad, y que abre la posibilidad de un diálogo. En pocas palabras, un teatro que asuma su papel ciudadano y social. Cuidado, hablamos aquí de algo muy lejano a la animación de calle. El teatro de calle al que nos referimos es, en sí, un acto político, un acto subversivo. Y es, además, una propuesta estética. Pongo en duda también esta idea de teatro para las masas, tan querida por los políticos de la cultura. Porque pienso que no se trata de abarcar al mayor número de individuos, cueste lo que cueste. No, el verdadero reto está en otra parte: dentro de la multitud, el teatro callejero puede dirigirse a unos cuantos. Considero que lo importante está más en la calidad de relación con el espectador. Una sola persona, quizá, tocada en medio de la muchedumbre, es lo que llamamos teatro de proximidad. Un diálogo íntimo entre el actor y el paseante vuelto espectador. He aquí un recuento de algunas intervenciones urbanas que emprendimos junto con los compañeros de la compañía la Biznaga Teatro entre 2007 y 2009, en México D.F.
2007. PRIMEROS PASOS EN LA PLAZA PÚBLICA. Bancs Publics, En el Jardín de los Amorosos, plaza Río de Janeiro Colonia Roma, abril 2007, deambulación poético/escénica. Una cita amorosa en una de las más bellas plazas de la ciudad. Más de cuarenta artistas fueron invitados. Transformamos la plaza Río de Janeiro en el país del amor, por una noche. Cada espectador pudo escoger su camino, teniendo como única referencia un mapa que lo guiaba; diversas islas, metáforas de las estaciones del amor le esperaban: el Bosque de la Seducción, el Claro de las Fantasías, el Nido de Amor, la Cascada del Deseo y también las Frondas del Rencor, el Llano de la Indolencia, la Laguna de la Melancolía, siete estancias hasta el amor. Cada estación era un montaje poético. Siete espectáculos de siete minutos cada uno ocurriendo simultáneamente, y que se repetían siete veces para que todo aquel que mire se sienta siete veces amado. ¡Ya no era un simple espectáculo, era toda una fiesta! Una idea que considero muy importante, porque el teatro tiene que ser eso, ante todo, una fiesta. En este caso la fiesta del amor y de la poesía. Sin saberlo, estábamos dando una nueva dimensión a este lugar. Es el mismo lugar de siempre, en el que sucede algo extraordinario que lo cambia por un momento y para siempre. Para el espectador no será jamás el mismo lugar. Para nosotros tampoco, y además, encontramos el teatro que queríamos hacer…
2007- 2009. INTERVENCIONES Y ASALTOS A LUGARES PÚBLICOS. Después de Bancs Publics, mi visión de la ciudad cambió por completo, y el entorno urbano se volvió a mis ojos un gran escenario potencial. Soñaba con repetir la experiencia revisitando nuevos lugares, en la infinidad de los que una ciudad como México puede ofrecer. Fue entonces que nuestra mirada se volteó hacia el metro, porque es un lugar de tránsito, un lugar de muchedumbres, un lugar “virgen”. No cabía la menor posibilidad para mí de montar un pequeño escenario y pretender presentar un espectáculo, tan corto como fuera. De hecho pensaba que nadie tomaría el tiempo de pararse a verlo (me acordaba de este experimento llevado a cabo en Estados Unidos, Joshua Bell tocando varias sonatas de Bach en el metro de Washington, ¡sin provocar mayor interés por parte de los usuarios!) No, prefería inventar una forma en movimiento, sorpresiva, que llamara la atención de los transeúntes. En este punto fue que apareció con toda su fuerza la idea de un teatro de intervención. La intervención significa introducirse en la cotidianidad y hacer surgir lo extraordinario, confrontando las realidades. La intervención es un acto subversivo: es tomar por asalto el lugar público, con teatro, provocar un escándalo artístico.
Los Nuevos Servicios del Metro (septiembre 2007). “¿A usted le gustan los servicios de primera clase? ¿Le gusta llegar a un lugar limpio y ser bien recibido? Servicios de estrella de cine a sus pies. Sean pues todos bienvenidos.”Una alfombra roja bajo las escaleras del metro Chabacano en espera de los usuarios, donde nuestros sobrecargos se preparan para recibir a sus clientes preferenciales: Champagne, Aire Acondicionado Personalizado, Información a sus Oídos, Estética Unisex Trashumante, TIM “Transporte Interno Metro”, Servicio de Seguridad VIP son algunos de los servicios disponibles. Frente a las escaleras eléctricas se ha colocado el importante dispositivo de relajación Playa metro. En el traslado, nuestros agentes no resistieron la tentación de convertir un vagón en vagón 1era clase, con servicios personalizados. La noche siguiente, nuestros actores entraron de puntitas y en piyama en el vagón, con almohada y libro de cabecera para que los usuarios les leyeran una historia o un poema, a fin de que pudieran conciliar el sueño. Sonámbulos-insomnes caídos de la cama y buscando refugio en la tibieza de los vagones. ¡Toda la gente en el vagón se puso a leer! Un momento muy emotivo, dónde la palabra fue susurrada de oído a oído, de estación en estación. Cambiar el ritmo de un lugar a una hora precisa, hace que la vida corra más lento, la gente acepta olvidar unos segundos, tal vez unos minutos sus preocupaciones para dejarse llevar por otras percepciones y otros pensamientos. Hacer propia la historia de otros, hacerse de algo que viene de otra parte, un poema, una historia de amor y dejarse conmover por una imagen, una presencia, una emoción, una mirada nueva sobre nuestro entorno. C.C.R.I, Comando Cultural de Reacción Inmediata o la 1era Campaña de Vacunación Cultural. A finales del 2007, hicimos nuestra segunda intromisión en el metro, con un comando de médicos, un grupo de especialistas en misiones delicadas, que interviene en casos de extrema urgencia, cuando los niveles culturales de la población bajan peligrosamente. En cubículos colocados en las estaciones Chabacano y Balderas, nuestros doctores atendieron a centenas de pacientes, que se formaron para recibir su inyección. De noche, el comando invadía los vagones de la línea 3 para proporcionar vacunas culturales masivas. Una intervención evidentemente humorística pero que pretendía sensibilizar sobre un problema real.
PatriaMex S.A. Intervención en monumentos históricos (2008). Hemos querido ser capaces de reaccionar ante la actualidad de la sociedad. Ya se hablaba mucho en esta época de la privatización del petróleo, y nos pareció interesante evocar, este fenómeno de privatización de los bienes públicos, el capitalismo voraz, el hecho de que hoy todo se compra y se vende… ¿la cultura también? ¿También el patrimonio de una nación? Entonces salieron a las calles nuestros agentes inmobiliarios, de la sociedad PatriaMex S.A., con su gran lona donde se podía leer SE VENDE. Empezamos a vender las fuentes de Álvaro Obregón, en la colonia Roma: pocos compradores interesados. Entonces emprendimos vender el Monumento a la Revolución: dos compradores potenciales. Después, probamos el Palacio de Bellas Artes y por fin vendimos el Templo Mayor por partes. ¡Indignación de los paseantes, por supuesto! Y la policía constantemente sobre nosotros. En efecto, es un tipo de intervención que se hace sin pedir permiso a nadie. ¡Intente usted pedir un permiso a la Delegación para que lo deje poner en venta sus monumentos históricos!
Fotografía del archivo de la compañía La Biznaga.
De esta aventura con la ahora desaparecida compañía La Biznaga Teatro nació la necesidad de seguir saliendo de los edificios teatrales para contagiar al espacio público. Allí estamos, artistas dando la cara.
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